Galileo Galilei
Sidereus Nuncius
[1610]
Portada de la edición veneciana original de 1610: Wikipedia
Edición de bolsillo en castellano: Alianza Editorial
Introducción, traducción y notas: Carlos Solís Santos.
Una copia fotográfica en pdf de la edición original está disponible de momento en la web de la Universidad de Oklahoma. También se puede explorar una copia digital en la Linda Hall Library of Science o en el archivo digital del Museo di Storia della Scienza.
En Sidereus Nuncius, Galileo se apresuró en publicar los descubrimientos astronómicos que realizó con su telescopio a fines de 1609 y principios de 1610. Seguramente procuraba anteponerse a posibles competidores; Galileo no inventó el telescopio, aunque si introdujo mejoras prácticas considerables, y logró un significativo incremento en la potencia o magnificación de las imágenes. La obra resume una serie de observaciones que constituían una nueva y clara evidencia en favor del modelo copernicano.
En primer lugar, expone el relieve de la luna, sigue el descubrimiento de nuevas estrellas (visibles en telescopio pero no a simple vista), la naturaleza de la vía láctea, y finalmente el de satélites orbitando en torno a Júpiter. Galileo, tratando de ganar favores, los llamó Astros Medíceos, pero su iniciativa no prosperó; de hecho hoy conocemos a esos cuatro satélites (Io, Europa, Ganímedes y Calisto) con el nombre de satélites galileanos.
En la edición de Alianza Editorial se incluyen cartas de la época que resumen otros descubrimientos importantes de la época, que no están en realidad incluidos en el libro, pero complementan esa serie inicial de descubrimientos. Se trata de las manchas solares, las fases de Venus, y los anillos de Saturno (aunque en realidad, Galileo no llegó a identificar los anillos como tales, sino que pensaba que se trataba de satélites).
A las observaciones puramente astronómicas, Galileo agrega sus hipótesis teóricas, esbozadas aquí rápidamente, y que luego desarrollaría ampliamente en sus Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo [1632]. Los argumentos destacan por su claridad, y son mayormente correctos aún hoy en día.
Como único punto flojo podemos indicar el listado interminable de posiciones de los satélites de Júpiter. Son simplemente demasiados como para mantener la atención; lo adecuado sería un resumen con las primeras y/o más significativas observaciones en el cuerpo principal y un apéndice con las observaciones completas al final. Pero bueno, esto sería una visión moderna, acá le estoy buscando la quinta pata al gato, ya que se trata en sí de una breve pero extraordinaria obra, fundamental en la historia de la astronomía.
....de [su] tantas veces repetida inspección (...) hemos derivado la opinión, que tenemos por firme, de que la superficie de la Luna y de los demás cuerpos celestes no es de hecho lisa, uniforme y de esfericidad exactísima, tal y como ha enseñado de ésta y de otros cuerpos una numerosa cohorte de filósofos, sino que, por el contrario, es desigual, escabrosa y llena de cavidades y prominencias, no de otro modo que la propia faz de la Tierra, que presenta aquí y allá las crestas de las montañas y los abismos de los valles. He aquí las apariencias a partir de las cuales he podido inferir tales cosas.Sidereus Nuncius
[1610]
Portada de la edición veneciana original de 1610: Wikipedia
Edición de bolsillo en castellano: Alianza Editorial
Introducción, traducción y notas: Carlos Solís Santos.
Una copia fotográfica en pdf de la edición original está disponible de momento en la web de la Universidad de Oklahoma. También se puede explorar una copia digital en la Linda Hall Library of Science o en el archivo digital del Museo di Storia della Scienza.
En Sidereus Nuncius, Galileo se apresuró en publicar los descubrimientos astronómicos que realizó con su telescopio a fines de 1609 y principios de 1610. Seguramente procuraba anteponerse a posibles competidores; Galileo no inventó el telescopio, aunque si introdujo mejoras prácticas considerables, y logró un significativo incremento en la potencia o magnificación de las imágenes. La obra resume una serie de observaciones que constituían una nueva y clara evidencia en favor del modelo copernicano.
En primer lugar, expone el relieve de la luna, sigue el descubrimiento de nuevas estrellas (visibles en telescopio pero no a simple vista), la naturaleza de la vía láctea, y finalmente el de satélites orbitando en torno a Júpiter. Galileo, tratando de ganar favores, los llamó Astros Medíceos, pero su iniciativa no prosperó; de hecho hoy conocemos a esos cuatro satélites (Io, Europa, Ganímedes y Calisto) con el nombre de satélites galileanos.
Telescopio de Galileo, 1609
927mm, madera y cuero
Fuente: Museo di Storia della Scienza
En la edición de Alianza Editorial se incluyen cartas de la época que resumen otros descubrimientos importantes de la época, que no están en realidad incluidos en el libro, pero complementan esa serie inicial de descubrimientos. Se trata de las manchas solares, las fases de Venus, y los anillos de Saturno (aunque en realidad, Galileo no llegó a identificar los anillos como tales, sino que pensaba que se trataba de satélites).
A las observaciones puramente astronómicas, Galileo agrega sus hipótesis teóricas, esbozadas aquí rápidamente, y que luego desarrollaría ampliamente en sus Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo [1632]. Los argumentos destacan por su claridad, y son mayormente correctos aún hoy en día.
Telescopio de Galileo, 1609
Ocular (detalle)
Fuente: Museo di Storia della Scienza
Como único punto flojo podemos indicar el listado interminable de posiciones de los satélites de Júpiter. Son simplemente demasiados como para mantener la atención; lo adecuado sería un resumen con las primeras y/o más significativas observaciones en el cuerpo principal y un apéndice con las observaciones completas al final. Pero bueno, esto sería una visión moderna, acá le estoy buscando la quinta pata al gato, ya que se trata en sí de una breve pero extraordinaria obra, fundamental en la historia de la astronomía.
... no sólo las tinieblas y la luz se ven desiguales y sinuosos en la Luna, sino que además, lo que representa una mayor maravilla, en la parte tenebrosa de la Luna aparecen innumerables puntos luminosos separados y desgajados de la región iluminada, alejándose de ella un intervalo no pequeño.
Dibujos de la Luna por Galileo
Fuente: Linda Hall Library of Science
Ahora bien, por debajo de las estrellas de sexta magnitud, verás con el anteojo, cosa difícil de creer, una numerosa grey de otras estrellas que escapan a la visión natural; más de hecho que las que contienen los otros seis grados de magnitudes.
Lo que en tercer lugar obervamos fue la naturaleza o sustancia de la propia vía láctea (...) dirimiendo así con la certeza que dan los ojos todos los altercados que han atormentado durante tantos siglos a los filósofos y liberándonos de las disputas verbales. La galaxia no es, pues, otra cosa que un conglomerado de innumerables estrellas reunidas en montón.
Constelaciones de Orión y Osa Mayor
Fuente: Linda Hall Library of Science
Resta lo que parece más notable de la presente empresa, cual es mostrar y dar a conocer cuatro planetas nunca vistos desde el comienzo del mundo hasta nuestros días y las circunstancias de su descubrimiento y observación...
Viendo estas cosas, comprendiendo que no había razón alguna para atribuir a Júpiter semejantes cambios y sabiendo además que las estrellas observadas eran siempre las mismas (...), tornándose ya en admiración mi perplejidad, reparé en que el cambio aparente haría de atribuirse no a Júpiter, sino a las estrellas, determinando por ello que tenía que observar en adelante con mayor escrupulosidad y clarividencia.
...puesto que unas veces siguen y otras veces preceden a Júpiter con intervalos similares, alejándose de él ora hacia el orto, ora hacia el ocaso, tan sólo con desviaciones pequeñísimas y acompañándolo no sólo en su movimiento directo, sino también en el retrógrado, para nadie puede ofrecer duda que realizan sus revoluciones en torno a él, al tiempo que todos a una cumplen sus períodos de doce años en torno al centro del mundo.
Diversas posiciones de los satélites de Júpiter
Fuente: Linda Hall Library of Science
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